Lupa en mano y cámara en ristre, paseando por lo mejor y lo peor de la ciudad
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martes, 6 de noviembre de 2012

Otro muro de vergüenza

(Esta crónica fue publicada en loquepasaentenerife el 21 de Noviembre del pasado 2011. Hoy, casi un año después, este deplorable rincón de la capital continúa igual. Está así desde 2007, lo que hace que ya cubra un lustro de inoperancia de quienes deben resolver un obstáculo, a todas luces, muy peligroso para viandantes y vehículos. Nos tememos que seguirá así por mucho tiempo más.)

Cuando una se baja del coche, por unas horas o unos días, y se convierte en una usuaria de a pie (o sea, un peatón) de las avenidas, calles y ramblas de esta ciudad, capital de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, descubre lugares y situaciones inexplicables. 
El motivo de este comentario a modo de prolegómeno se justifica, simplemente, con las imágenes aportadas a esta pequeña crónica, pero, para reforzar ese dicho tan antiguo y tan popular de que "una imagen vale más que cien palabras", pasemos a usar, también, las cien palabras (según el aforismo chino) o las mil (según su versión más occidental). Procedamos, pues, a ello. 
En la llamada, hasta no hace mucho, Avenida del General Mola y hoy rebautizada como Avenida Islas Canarias, por encima del Puente Zurita y frente a la parada del tranvía correspondiente al mismo nombre, existe un muro que interrumpe bruscamente la acera peatonal del margen derecho de la vía, en la dirección de subida de los coches. Si se quiere continuar en esa dirección a pie, las posibles alternativas son tres: 
Una: saltar a la calle salvando una pequeña valla que transcurre sobre el bordillo de la acera hasta el límite del muro saliente; esta decisión comporta jugarse el tipo, dada la estrechez de la vía y la afluencia de vehículos que sube por ella. 
Dos: caminar por el angosto espacio que queda entre la antes citada valla y la pared que sobresale, con un piso irregular, lleno de restos de materiales de la construcción del suelo; también peligra la integridad física del que se atreva con esta opción porque, si por desgracia diera un mal paso, caería, inevitablemente, del lado de la calle y no es difícil imaginar consecuencias que podrían ser fatales. 
Tres: volver hacia atrás y cruzar en el paso de peatones habilitado en la curva más baja de este recorrido, para acceder a la explanada donde se ubica la parada del tranvía, sobrepasarla y volver a la acera de subida, a través del paso de cebra que queda por encima del tan comentado muro; es la más larga, pero la más prudente si uno está atento y no se despista con el probable paso del tren metropolitano. 

En definitiva, un obstáculo increíble en una capital de provincia a la cual, sus dirigentes, siempre catalogan de moderna, accesible y modélica. Que se lo pregunten a quienes llegan al lugar por primera vez; a quienes, además, puedan tener alguna dificultad motora o a quienes se valgan de algún artilugio mecánico para ayudarse en su limitada movilidad. El comienzo del saliente, para más señas, coincide con la salida de una de las escaleras peatonales que proviene del controvertido viario del barranco de Santos, que discurre por debajo de este puente. 
Este muro existe desde que, en Junio de 2007, se inauguró el tranvía que recorre el interior de la capital y asciende hasta el municipio de La Laguna. En más de cuatro años y medio, nadie ha puesto remedio a este incómodo y peligroso impedimento en el camino diario de muchos viandantes de la zona. La solución parece ser, única y exclusivamente, esquivarlo mediante pasos de peatones que acceden al andén del metropolitano y que sólo sirven para dificultar la maniobra de pasar por aquel sitio. 
¿Qué razones pueden haber para que en este largo período de tiempo continúe el muro en esta situación?. No se nos ocurren más que dos: la presencia de un litigio entre partes afectadas o interesadas en el tema, o la proverbial desidia de la que se hace gala en todas las obras públicas, por parte de quienes deben velar porque esto no ocurra. Si es la primera, con la lentitud propia de una Justicia sobrecargada de casos sobre los que fallar, no nos extraña que el citado saliente siga donde está. Si es la segunda, tampoco nos sorprende, dadas las muchas muestras de dejadez que pueden verse en muchos rincones de esta ciudad. 
Para terminar, una serie de interrogantes que surgen de inmediato: ¿Quién es el responsable de tamaña dejación?, ¿el Ayuntamiento?, ¿el Cabildo?, ¿la empresa Metropolitano de Tenerife S.A.?, ¿todos ellos a la vez?... También, como casi siempre, será el silencio la respuesta a estas preguntas que puede hacerse, con todo su derecho, cualquier ciudadano que contribuya mucho, bien y puntualmente, y gracias al cual y a otros muchísimos como él, se pueden emprender obras de la envergadura que ha tenido y tiene, el tranvía de Santa Cruz de Tenerife. Pero parece que esto se les olvida siempre a quienes dicen velar y defender los intereses de esos contribuyentes: los políticos.