Lupa en mano y cámara en ristre, paseando por lo mejor y lo peor de la ciudad
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martes, 26 de febrero de 2013

Un mural cerca del mar

Existe en Santa Cruz un único lugar en el que los bárbaros "ensuciaparedes", (como llama un buen amigo a los graffiteros que afean y destruyen la belleza de objetos y rincones), no han dejado huella de su mal paso por aquel punto capitalino. Más curiosa resulta aún, esa consideración, cuando se accede fácilmente y no suele estar muy concurrido por personas y/o vehículos, en determinadas épocas del año. Y más sorprendente aún, cuando lo que allí hay son, precisamente, pequeñas pinturas realizadas por otros aficionados o profesionales del muralismo, muy diferentes de esos habituales desaprensivos tan dados a estropear lo que han hecho los que llegaron primero. Paso a ubicar ese insólito lugar que permanece milagrosamente limpio de la lamentable intervención de estos depredadores del buen gusto y del respeto por lo que es de todos. 
Se encuentra en la pequeña playa que está situada entre el Real Club Náutico y la antigua estación del Jet Foil, en el llamado Muelle de Ribera y es una larga pared en la que aparecen pintados una serie de retratos de los componentes más destacados de la Selección nacional de fútbol, que ganó el Campeonato del Mundo, en 2010. Intercalados y sin relación alguna con el tema deportivo, se reproducen algunos barcos históricos de estas latitudes, además de una Virgen del Carmen, en procesión, y el retrato del capitán del desaparecido Titanic, como detalle foráneo relacionado con lo marino. El tinerfeño Pedro Rodríguez, Casillas, Iniesta, el pulpo Paul, Vicente del Bosque o Pujol se ven acompañados del viejo correíllo La Palma, la Virgen del Carmen, patrona de los mares, el atunero Gofio o el capitán Edward John Smith. 
Son trabajos sin gran calidad artística, pero de factura digna, que pueden estar realizados por quien firma con una c y una r, similares a las de las piedras con retratos de músicos que podemos ver en Valleseco y en los alrededores del Auditorio y que, muy probablemente, sea el mismo autor. Ya hayan sido pintados por encargo, ya por iniciativa propia, vienen a representar una especie de homenaje a los protagonistas que allí se muestran, y reitero que llaman la atención, sobre todo, por esa ausencia de manos ajenas que degraden o destruyan la labor de quien quiso manifestar su admiración por un deporte determinado y por el mar. 
A esa feliz ausencia de maltrato gráfico, se contrapone el feo aspecto del terreno sobre el que se asienta esta pared. Es el cauce de la desembocadura al mar de un barranco por el que desaguan las lluvias que proceden de la parte alta de esa zona de la ciudad y, como consecuencia propia de estos accidentes geográficos, aparece lleno de arena oscura de grano grueso, ramas de árboles, pequeñas piedras, el armazón de algún artilugio mecánico, mucha bolsa plástica y matorrales de diversos tamaños. Pedir que se adecente el lugar con la limpieza adecuada, para mejorar la presencia de esta manifestación mural no parece procedente, dadas sus características naturales, pero no sería demasiado pretender que, por lo menos, se retiraran los objetos ajenos a esa naturaleza y que no son otros que los restos metálicos y plásticos. 
La ciudad ofrece muchísimas paredes, repartidas a lo largo y ancho de su mapa, con graffitis de mucha calidad en la mayoría de los casos, pero también es frecuente que se acompañen de entornos muy degradados por la falta de cuidado y mantenimiento de las condiciones idóneas para su disfrute. Los ciudadanos que viven cerca de ellos, los que están de paso o los que se sientan interesados por visitarlos y admirarlos merecen que las autoridades velen por su buen estado y que los "ensuciaparedes" vayan desapareciendo, a través del único medio posible: el de la educación desde las familias y desde las aulas. Una educación que, entre otros muchos aspectos, transmita respeto por las manifestaciones artísticas de todo tipo y en todo lugar, y, sobre todo, respeto por quienes son sus autores, que, con su arte, procuran crear espacios urbanos más agradables y más acogedores para los que aquí vivimos y para los que nos visitan.