Lupa en mano y cámara en ristre, paseando por lo mejor y lo peor de la ciudad
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lunes, 3 de septiembre de 2012

¿Parques infantiles? Sí, por favor

Suele pasar que los seres humanos nos mostremos más sensibles con determinados temas o asuntos, cuando los disfrutamos o los sufrimos en propias carnes. Digo esto por ser una adulta con mucha presencia infantil en la familia y que no huye de ella. Todo lo contrario: la busca para ir al cine, salir de paseo o llevarla a algún parque infantil. Después de más de cuarenta años practicando esta encantadora, divertida y, - a veces -, agotadora costumbre, se puede decir que tengo bastante experiencia en estas lides, lo que me da cierta perspectiva para valorar y opinar sobre la calidad y adecuación, en particular, de los espacios destinados al juego de los más pequeños. 

En Santa Cruz de Tenerife, capital de la provincia canaria del mismo nombre, existe una red de recintos públicos que bajo el distintivo de infantiles, pretenden ser zonas habilitadas para las actividades lúdicas que deben formar parte del desarrollo, sano y normal, de todo niño. Sobre todo, en sus primeros años de vida.

Muy pocos de los antiguos parques han sobrevivido al paso del tiempo, aunque algunos han sido renovados y actualizados. La mayoría son de nueva creación y, supuestamente, bajo el asesoramiento y diseño de expertos en el tema, aunque en alguno se llegue a dudar. Los más visitados están en el Parque García Sanabria, donde siempre lo hubo, pero en distintas ubicaciones; en la Alameda del Duque de Santa Elena, junto a la remozada Plaza de España, y en el Parque Secundino Delgado, en la calle del Perdón (antigua General Goded), del barrio de Salamanca. La red más solicitada se completa con un mínimo reducto recientemente instalado en el interior de la Plaza del Príncipe, con pequeño tren incluido; otro, en la plaza del Residencial Anaga, rodeado por varios edificios de aquella zona; uno más, en la Plaza de Fátima, en el Barrio del Uruguay, y dos o tres aparatos diseñados para los más pequeños, en algunos tramos intermedios de la Rambla de Santa Cruz (antigua Rambla del General Franco). Hecho este recuento de los lugares más visitados, analicemos los pros y los contras de cada uno, desde el punto de vista de ciudadana contribuyente y asidua acompañante de menores usuarios.


El del García Sanabria es el que cuenta con mayor número y variedad de aparatos adecuados y bastante seguros para los más menudos, entendiendo por éstos desde los que aún gatean hasta los de cuatro o cinco años. En la Alameda del Duque de Santa Elena son bien pocos los elementos de juego, aunque estén bastante demandados por niños y padres y a pesar del riesgo de la proximidad de vías de intensa circulación de vehículos. Los inconvenientes de estos dos lugares son: primero, la arena, que hace que los críos la lleven con ellos, hasta el momento del baño, en ojos, boca y nariz y por mucho que sacudamos su calzado, sus ropas y sus juguetes; segundo, la dificultad para aparcar en sus alrededores. No todos los que acuden allí son vecinos del entorno. Proceden de otros puntos de la ciudad que carecen de este tipo de entretenimiento y han de desplazarse hasta ellos en sus propios vehículos. Sólo se cuenta con aparcamientos cerrados y privados cuyas tarifas son abusivas y no todas las economías familiares (y menos en estos tiempos) pueden permitírselo.

El parque Secundino Delgado es un caso aparte y merece un análisis más detallado. Ha hecho correr torrentes de tinta. Sorprendentemente, en él se ha ignorado al sector más pequeño e indefenso de los menores. Los aparatos que tiene sólo comportan peligro para esta franja infantil que, curiosa paradoja, es la de asistencia más fiel y numerosa. Para comprobarlo, no hay más que pasar por allí, después de las 5 de cada tarde laborable y en cualquier momento de los festivos. Ocupa un espacio muy amplio, con paseos y jardines muy agradables para sentarse a charlar, leer o simplemente contemplar el entorno. Pero, aún contando con esos privilegios, no existen esos juegos para los más pequeños ni tampoco baños adecuados para ellos, ni para nadie. Los familiares que les acompañan suelen quejarse de estas carencias que, por otra parte, vienen haciéndose, prácticamente, desde su inauguración, hace ya más de tres años. A todos estos agravantes también hay que añadir el de la precariedad para aparcar que es, incluso, peor que los antes mencionados, porque no existe, ni siquiera, la posibilidad de los parkings privados. 

Del resto de recintos nombrados, destaco la ubicación y seguridad de la Plaza del Residencial Anaga, bien alejado del siempre peligroso paso de vehículos, aunque muy parco en la instalación de juegos y, como todos, con dificultades para dejar el coche con cierta cercanía. Por el contrario, las virtudes de éste son los riesgos de los dos pequeños trenes estáticos instalados en el tramo de la Rambla que está a la salida de los colegios de aquella zona. Conocido es el tráfico incesante de las vías que la jalonan y, para mí, no representa suficiente seguridad la valla que les rodea ni las jardineras de mayor altura que suplieron, en su última remodelación, a las anteriores. Recuerdo la perplejidad que me produjo descubrir, en su día, la “brillante” idea de plagar de aparatos infantiles gran parte del recorrido de este bello paseo. No existían entonces las jardineras y, mucho menos, las vallas relativamente protectoras. Menos mal que algún responsable municipal posterior y con más sentido común que el de la idea original, debió ordenar lugares más apropiados, dentro de la misma rambla, y con las citadas protecciones. Pero, ni con esto, nunca llevaré allí a cualquier criatura de la que me haga responsable.

No menciono los espacios que poseen algunos barrios del extrarradio, porque su estado de deterioro es tan grande que pueden considerarse inservibles y desaparecidos. A ello han contribuido tanto la falta de civismo de los vándalos de turno que, seguramente, se amparan en la nocturnidad para destrozar todo lo que encuentran por el puro gusto de hacerlo, como a la falta de una mínima vigilancia que contribuya a protegerlos. Como ejemplo más conocido, el que había en el estupendo Parque de las Indias, sito en el barrio de La Salud bajo y próximo a la Avenida de Venezuela.

Para cerrar esta crónica inevitablemente amplia, hacer referencia al artículo “La ciudad de los niños”, publicado por el diario La Opinión, el pasado 18 de Mayo, en el que se dice que el candidato (entonces) y hoy, alcalde ya de Santa Cruz, D. José Manuel Bermúdez, respondiendo a su principio de “cultura de los pequeños detalles”, tiene planeado, para sus cuatro años de mandato, la construcción de 20 nuevos parques infantiles repartidos en los cinco distritos capitalinos. El conjunto estrella del proyecto, según sus declaraciones, será la creación del mayor parque infantil de Canarias, en la futura Ciudad del Mar.
Desde estas modestas líneas, sólo me queda instar al Sr. Bermúdez a que cumpla con su promesa y que yo pueda verlo. Los niños de la ciudad y sus familiares se lo agradeceremos mucho.

(Esta crónica fue publicada en loquepasaentenerife.com el 22 de Junio de 2011 y firmada por Cristo Velázquez, pseudónimo utilizado por la autora de este blog)

2 comentarios:

  1. Pues sí, esperamos que el señor Bermúdez cumpla su promesa y que tú, Charo, sigas con tu labor de vigía. Gracias por ser los ojos y la voz de todos en la ciudad.

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  2. Gracias a ti, lolina, por tu apoyo y tu ánimo. Seguiremos en la brecha, todo lo que podamos.

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